Con un número importante de participantes, se desarrolló el Webinar organizado por la Carrera de Educación de la Pucese, para analizar el impacto de la pandemia en el desarrollo integral de las mujeres.

La primera participación estuvo a cargo de Ana Gómez, coordinadora de la Fundación Lunita Lunera, quien abordó qué causas y efectos ha tenido la pandemia en la violencia contra las mujeres, especialmente en la sociedad machista y patriarcal en la que vivimos. Presentó datos estadísticos de la violencia antes del Covid-19, comparándolo con lo que está ocurriendo en la pandemia, como por ejemplo, que el 52.4 % de la población de mujeres no se sienten seguras en sus casas. La ausencia de armonía por la falta de recursos económicos familiares, la falta de empleo y la imposibilidad de salir de casa, ocasiona muchas veces que la mujer violentada conviva con al agresor; sumado a la interrupción en el seguimiento realizado a casos de denuncias presentadas, y a la dificultad de acceder a los servicios médicos por el colapso en el sistema de salud. Algunos reportes señalan que tanto la pobreza como el desempleo, podrían ser algunas de las causas que hacen que las mujeres “acepten” ser violentadas.

Lola Valladares, en representación de UNFPA-Ecuador, abordó el impacto de la pandemia en la situación socioeconómica que genera violencia hacia las mujeres y niñas, especialmente en el caso de las mujeres migrantes, quienes tienen un alto riesgo de verse expuestas a mayor violencia porque se enfrentan a mayores desafíos, como el limitado acceso a servicios de calidad y al desconocimiento de sus derechos.

Para ella, también, la excesiva carga familiar sobre las mujeres, originado por el cierre de las escuelas tiene un impacto negativo en esta situación. Y aunque según datos proporcionados, existe una leve disminución en el número de llamadas de pedido de ayuda por temas de violencia, eso no significa que la violencia hacia la mujer ha disminuido en la pandemia. Al contrario, ha existido un incremento de femicidios y feminicidios, entre otras cosas, por el aumento de obstáculos para denunciar y recibir apoyo, y por la reducida movilización, que pone a la mujer en mayor riesgo.

Señaló que desde UNFPA, junto con la cooperación internacional y la Secretaría de Derechos Humanos, trabajan de cerca para brindar una respuesta a la pandemia, apoyando a las víctimas y sobrevivientes de violencia, con donaciones de kits a casas de acogida, particularmente en la frontera norte y en las provincias de la sierra centro del país; en el fortalecimiento de capacidades, en la actualización de rutas de violencia basada en género, elaborando instrumentos para mejorar la atención de las mujeres en contexto de violencia, brindando acompañamiento psicosocial. De esta manera, han atendido aproximadamente a 100.000 personas, acotó Valladares.

Manuel González, docente investigador de la Sede, basó su participación, enfatizando el aporte de varios autores nacionales e internacionales quienes en sus obras, han destacado el aporte y el rol de la mujer, así como su lucha por exigir sus derechos.

Laura Ostos, de ACNUR, habló de la situación que viven las mujeres refugiadas en contexto de movilidad humana; en muchos casos, obligadas a salir de sus lugares por situaciones de riesgos. Para entender esta situación, empezó puntualizando la diferencia entre un migrante y un refugiado. Los primeros se trasladan a otro país en búsqueda de oportunidades, sin tener una causa de protección. Mientras que los refugiados, salen de su país de origen, por temor fundamentado en diferentes circunstancias.

Como dato interesante, manifestó que la mitad del número de refugiados en el mundo, son mujeres y muchas aceptan situaciones de violencia porque desconocen sus derechos, tienen dificultad para regularizar su documentación en el país de acogida, no tienen garantías para ingresar al mercado laboral en el lugar de refugio, no pueden estudiar por la dificultad de dejar a sus hijos. Además, se enfrentan a sufrir riesgos adicionales, como la dificultad al acceso a alimentos, debido a esta falta de oportunidades y la xenofobia. Por ello, las víctimas suelen caer en nuevos círculos de violencia por la necesidad de contar con apoyo. “Es la realidad de las mujeres refugiadas en contexto de movilidad humana, mujeres que son fuertes, resilientes y se convierten en un aporte para sus comunidades”, finalizó Ostos.

Alexandra Bedoya estudiante de la Carrera de Educación Básica de la Pucese, quien también fue migrante, compartió su experiencia de vida; una experiencia que también es de otras mujeres con las que se identifica por el esfuerzo que ha realizado por lograr sus sueños. Para Bedoya, la educación en una mujer es fundamental para romper el círculo de la violencia.

Al finalizar las ponencias, se permitió un espacio para responder preguntas y aclarar algunas dudas de los participantes.

La Coordinadora de la Carrera de Educación Básica, Magíster Dolores Perlaza, clausuró el evento, agradeciendo a los participantes que asistieron de manera virtual y felicitó a las organizadores. “Muchos de los aportes y referentes de lucha nos han dado grandes aprendizajes, mientras que las estadísticas alarmantes nos compromete como mujeres, como academia, y organizaciones, a estar unidos en este proceso. Nuestro compromiso como Universidad Católica y como Carrera de Educación es seguir en este proceso de sensibilización” concluyó Perlaza.

Esmeraldas, 3 de febrero de 2021